
Este simpático potrillo de apenas un mes de vida juega con su madre ajeno a las preocupaciones de los de su raza que están por llegar, dentro de unos tres años, cuando sea domado y montado. Hasta entonces le quedan muchas cosas por vivir, algunas dulces y otras quizás no tanto, pero seguro que cada día le deparará nuevos y excitantes descubrimientos.